Maldito vicio del coso

Anoche cuando fui a la casa de Juan y uno de sus amigos mi invitó a un coso de estos que suelen hacerse en las casas esas de campo paquetas a las afueras de la ciudad. Yo accedí a ir sin ningún problema, pero luego pensé ¡Qué cornos me pongo! Entonces fui a lo de mi vieja, que siempre tiene algo lindo para prestarme. Llegué a su casa y me mandé de una a su habitación, abrí su placard y grité:
- ¡Maaaaá!!!! ¿Dónde guardaste el coso?
- ¿Qué hacés acá? ¿y qué coso andás buscando?
- El coso ese, con florcitas bordadas, que te pusiste el otro día para la fiesta de cumpleaños de la tía.
- ¡Ah! ¡Ese! Fijate por ahí.
- ¿Dónde por ahí?
- Ahí, donde yo lo dejé la última vez. Fijate por ahí atrás, adentro del coso.
- ¿Ahí atrás de dónde y adentro de qué coso, mamá?!!
- Ahí atrás donde estás mirando vos. Buscá atrás, si ves el coso ese que es como una cajita de pana.
- No lo encuentro.
- Entonces preguntale a tu sobrino, que el otro día me revolvió todo el placard y anduvo vistiendo a su hermana con cuanta porquería encontraba.
- ¡Sobrinooooooo!!!
- ¡Ya voy!
- No, vení ahora mismo y decime a dónde dejaste la caja de pana de la abuela.
- ¿Qué es pana?
- Pana, una tela gruesa y linda. ¿Dónde dejaste la cajita de tela roja?
- Mi hermana la tenía y despúes se fueron con la cosa a lo de la bisabuela y yo ví que metieron la caja abajo del coso.
- Ya te he dicho mil veces que "coso" es una mala palabra. Explicate bien ¿quién es cosa y abajo de qué coso la dejaron?
- Cooooosa, acá, la nena del frente...y allá lo dejaron, tía.
- ¿Allá dónde?
- En lo de la bisa...abajo del coso.
- ¿Qué te acabo de decir del "coso"?!
- Bueno...es que no me sale, tía. Abajo de ese coso grande de la bisa, de madera, donde guarda los juegos de mesa.
- Sí, ya está...el mueble del pasillo.

Y allá fui a buscar el coso, y mientras voy no estoy segura si ponerme eso o ponerme la otra cosa que había usado para el casamiento de mi hermano.
- Permiso abuela, vengo a buscar la caja de pana que trajo mi sobrina el otro día y metió abajo del mueble del pasillo.
- Pasá y de paso, vos que te podés agachar, fijate si no encontrás mis cosos en la parte de abajo.
- ¿Qué cosos abuela?
- Esos cosos que hago yo para ejercitar la memoria.
- Bueno, me fijo.
- Acá los tenés. Voy a ver qué tenés de lindo en el cuarto.

Me fui a su dormitorio y abrí los cajones:
- Abuuu, ¿me prestás alguna cosa para combinar con el vestido negro que tengo?
- Sí nena, abrí el primer cajón y fijate ahí...atrás de mis cosas nuevas.
- ¿Las chalinas?
- Sí, pero ojo con el coso ese que está arriba del mueble que cuando abrís los cajones se sacude mucho y si se cae y se rompe, me va a dar un flor de disgusto.
- No te preocupes...acá no hay nada que me guste. Me parece que me voy a poner lo que me puse para el casamiento no más.
- ¿No la viste a ésta el otro día en la tele? Tenía un coso hermoso puesto alrededor del cuello. ¡Y! Se lo pone para taparse las arrugas en el cogote de gallina que tiene. Ella tiene la misma edad que yo, pero ella se pone esos productos raros de ahora porque es famosa y tiene plata y se enrosca esos cosos de alta costura, qué viva!
- ¿Quién es "ella," abuela?
- Esa, la de la tele.
- Ay, abuela...no sé de qué me hablás.
- Nada, nada...nena ¿Te querés quedar a comer?
- Podría ser.
- ¿Qué querés que te prepare?
- Cualquier cosa, abuela.
- No, cualquier cosa no, ya te he dicho que "cosa" no es una comida, elegí algo.
- Hacete unos zapallitos con bife entonces, abu.
- Bueno. Esperate que voy a lo de tu mamá que me quedé sin coso para cocinar...y encima ahora no anda esta cosa de la cocina. ¿No sabés si tu papá está en su casa?
- No estaba en casa, lo ví charlando ahí en el almacén de la flaca esta y me parece que tenía un coso en la mano que iba a hacer arreglar a lo de Tito, así que por un rato no creo que vuelva.
- Bueno...entonces vení y dame una mano en la cocina. Vos empujá fuerte eso ahí.
- ¿Que empuje qué cosa y a dónde?
- Ahí, en la cocina...apretá fuerte para adentro este coso mientras yo prendo el fuego.
- Perilla abuela, perilla se llama...¡todo coso, todo coso! ¡¿Cómo se va a entender la gente si a cualquier cosa le dicen coso?!


Maldito vicio de los cosos y las cosas de meterse en todas las conversaciones, maldito vicio.


CONSEJO: Esteeee, coso, ehhh...usted debería, coso, haceeer...¿qué cosa le iba a decir? Me olvidé. Me distraje con otra cosa.

PD: En una conversación en familia hace apenas unas noches, la palabra "coso" apareció unas cuantas veces en nuestros diálogos. Al pedir aclaración y remarcar esa costumbre de decirle "coso" a todo, mi prima me dice "Ahí tenés tema para tu próximo relato: "Maldito vicio de usar "coso" para todo". Así que esta entrada de blog va dedicada a ella, a mi sobrino que es devoto usuario de la palabra "coso," a mi abuela que hace uso extensivo de los deícticos y a mi madre que guarda todo "por ahí."




Maldito vicio de no poder hacer ciertas cosas



Inténtelo y lo comprobará:
No se puede caminar en pantuflas sin arrastrar las patas.
No se puede reír a carcajadas mientras se toma gaseosa sin que ésta se escape por la nariz.
No se puede meter a la ducha con la vejiga llena y aguantarse las ganas de hacer pis.
No se puede picar cebolla o ajo sin que te quede impregnado el olor en la mano (usar guantes no le vale).
No se puede comer ajo sin tener aliento a ajo después.
No se puede estornudar con los ojos abiertos.
No se puede pintar las pestañas sin abrir la boca (bueno, quizás sí...pero requiere de un esfuerzo consciente).
No se puede llamar a la casa (y devolverle el favor) al mismo promotor de la compañía de cable, teléfono, Internet, del banco, de la tarjeta de crédito, empresa de seguro de vida, etc. que le llamó al medio día justo a la hora de comer para ofrecerle la "super promo del mes".
No se puede visitar un sitio de descargas gratis sin que aparezca el cartel "¡No es broma! Usted es el visitante número 100,000!"
No se puede ir de campamento en verano sin que le pique un mosquito.
No se puede subir al subte en hora pico sin que nadie le toque o empuje.
No se puede jugar al fútbol durante hora y media y después no tener olor a pata.
No se puede hacer top-less en una playa común y que nadie le mire las lolas.
No se puede dar un alfajor de chocolate a un hijo justo antes de la hora de comer y pretender que lo guarde para el postre.
No se puede pedirle a un marido que cambie el cuerito de la pileta del baño (que hace 3 meses chorrea) y que lo haga en el momento.
No se puede pintar la casa (sin guantes) sin ensuciarse las manos.
No se puede caminar con un paraguas bajo la lluvia sin mojarse el calzado.
No se puede comer caramelo (de flan) recién hecho sin quemarse el paladar o los labios.
No se le puede pedir peras al olmo.

Maldito vicio de no poder hacer ciertas cosas, maldito vicio.


CONSEJO: No reniegue frente a estas cosas, no hay nada que usted pueda hacer.

Maldito vicio de los cronófagos



Quiero que el tiempo mío sea mío, que nadie venga a fagocitarlo. ¿Por qué tengo que dejar de lado un libro que estoy leyendo para mirar la pelotudez de programa que estás viendo vos? ¿Por qué si te dije que iba a estar en casa sumamente comprometida y abocada a mi trabajo me venís a tocar timbre a cualquier hora y sin aviso? ¿Por qué si sabés que todos las noches hago natación me pedís que suspenda una clase así nos vemos, porque vos despúes tenés un asadito con los chicos? ¿Por qué si quiero salir a caminar por el parque me tengo que quedar a acompañarte a ver esa película que hace rato queremos ver juntos, pero juuuuuuusto hoy tenés tiempo para verla? ¿Por qué me interrumpís cuando hablo? ¿Por qué si yo te cociné una torta, perdí tiempo en salir a comprarte un regalo, dejé de lado un festejo en la ciudad, me tomé un colectivo, un tren y caminé 15 minutos más (ida y vuelta) para ir a saludarte para tu cumpleaños, vos ni siquiera "invertiste" 5 minutos en una llamada telefónica para el mío? ¿Por qué te tengo que cocinar si hoy no tengo hambre y preferiría echarme en la cama y deleitarme con un buen documental? ¿Por qué tengo que cuidar de tu hijo? ¿Por qué tengo que lavar los platos o la ropa yo? ¿Por qué tengo que sacar tus pelos de la bañadera?

No me rompas las pelotas...mi tiempo y energía no te pertenecen, no son para tu beneficio personal sino para el mío. Mi tiempo vale, y mucho. No lo cotices más bajo que el tuyo.


Maldito vicio de los cronófagos machistas de consumir el tiempo femenino, maldito vicio.

CONSEJO:
Adhiera un cartel luminoso a su blusa, al mejor estilo "Casa de Cambio" y escriba allí el precio de su tiempo (monetario o no) con el aviso "sólo podrá disponer de mi tiempo si paga este precio".

PD: Después sigo escribiendo más, la segunda parte de "Maldito vicio de los cronófagos"... ahora en vez de escribir quiero usar mi tiempo para otra cosa.