Maldito vicio de los mosquitos


Hora: 09:36 pm
Temperatura: 32° C
Humedad: 87%

Acabo de echar Raid a cuatro manos en mi habitación además de haber prendido un espiral dado que en media hora me voy a ir a dormir. Mientras espero que el insecticida haga su efecto en el dormitorio, me pongo un poco de Off, me voy al lavadero y saco la ropa del lavarropas. Tomo la ropa y camino hasta el tendedero del fondo, allá casi contra la barranca. Me distraigo un rato observando el reflejo de la luna sobre el Paraná, luego mi mirada se desvía y, como si estuviera bajo hipnosis, comienza a seguir el vuelo de un tucu-tucu que finalmente se posa sobre el tendedero. No quiero espantarlo al tender la ropa, así que simplemente me quedo quieta y observo su luz verde intermitente durante los diez minutos que decide quedarse allí. Vienen a mi mente recuerdos de la infancia, cuando atrapábamos bichitos de luz en un frasco para luego soltarlos todos juntos a fin de producir una suerte de lluvia de estrellas. Cuando finalmente el insecto se aleja caigo en la cuenta de que tengo un séquito de jejenes y mosquitos bailando la danza del factor RH 0 positivo al rededor de mis piernas: "Mosquitos de mierda, menos mal que me puse repelente" y regreso a la casa, abriéndome camino entre ellos.

Me alisto para ir a dormir. Una vez en la cama es difícil conciliar el sueño; hace mucho calor, las sábanas se me pegan a la piel, el ventilador no anda y la humedad...bueno...¡qué decir de la humedad! si ya todos saben que ella es la que te mata. Doy vueltas para un lado, para el otro, me corro el pelo que se me ha pegado en el pecho transpirado, me ato una colita, me tira mucho, me saco la gomita. Doy vuelta la almohada...caliente...la doy vuelta para el otro lado...caliente...no hay suerte, no hay lado frío esta vez. Me acuesto en un borde, en el medio, en el otro bode de la cama. Bajo un pie y lo apoyo en el cerámico que está más fresco, bajo una mano...me echo un rato en el piso. Es muy duro, vuelvo a la cama. Me levanto, voy a la heladera, tomo un poco de agua. Vuelvo al cuarto, me acuesto transversal sobre la cama, con las piernas colgando de un lado y la cabeza del otro y, creo que del cansancio, finalmente concilio el sueño.

Qué bueno es estar dormida, descansando...uh! Mirá qué lindo el muñequito de nieve que estoy armando en este sueño...está hermoso acá, fresco, bien fresco...fresco como un consultorio de hospital...estoy en un consultorio, y allí se acerca un médico, y trae una jeringa en la mano ¿qué piensa hacer? Ya tengo la antitetánica...no me escucha y me clava una inyección en los nudillos ¿en los nudillos? ¡A qué médico se le ocurre poner una inyección alli! Y ahora el médico ya no es médico, es una dentista, que se acerca con el torno fffffiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii fiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii fiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii Maldito mosquito en mi cuarto!!!!! Me despierta su fiii fiii y la picazón del lamparón que me ha dejado en la mano, justo arriba del anillo que llevo en el dedo meñique, y que pica peor que ortiga. ¡Puto mosquito! ¡Yo te dono sangre, toda la que quieras, pero no me dejes veneno urticante en el cuerpo...ni me cortes el sueño con tu maldito zumbido! Prendo la luz y busco al desgraciado. Y como una loca ando saltando del colcón a la silla al frente del tocador, y vuelta al colchón....por fin se posa en el cieloraso y lo quiero hacer mierda con la almohada contra el techo, que está alto, y salto, saaaalto saaaaaaaaaalto y ¡plaf! lo aplasto.

Ahora estoy muerta de calor, sobre exitada, el corazón me late a mil por haberme sobresaltado (y por falta de estado), tengo la almohada manchada con mi porpia sangre más las patas y alitas del mosquito, el calor de afuera se agolpa en la ventana...y empuja tan fuerte que veo que entre la malla mosquitera hay una orda de mosquitos que se empiezan a colar hacia mi dormitorio...y todos me miran con sonrisa vampiresca...je-je-je...JA-JA-JA-JA-JAAAAAÁ


Maldito vicio de los mosquitos de despertarte y picarte en la mitad de la noche, maldito vicio.


CONSEJO: Cómprese un tanque de aire, un regulador y unas buenas antiparras y en verano duerma adentro de la bañadera.

Maldito vicio de los altos

Hace meses que estás esperando que salga en el cine lo que creés será tu película favorita, esa de la que todos hablan, la que hace años venís siguiendo a través de videos sobre su filmación, de la que te has leído el libro sobre el cual se basa la historia, críticas en revistas, blogs y periódicos, de la que te has comprado la remera, el porta lápices, la taza para tomar un café mientras mirás más videos del backstage, el llaverito y cuanto merchandising ande dando vueltas.

En la televisión sale por primera vez un avance de la película y furiosamente entrás a internet para adquirir tu entrada anticipada online. Comprás una sola porque no querés tener ningún amigo al lado que te hable durante la proyección.

Y hoy es el día del estreno. Llegás al cine 1 hora antes de la función y te comprás un super balde de pochoclo y una gaseosa (pero no una gaseosa muy grande, así no te dan ganas de ir al baño a mitad de la película). Sos el primero en la fila. El acomodador te saluda con una sonrisa y te da los anteojos para ver en 3D. Buscás el número de tu asiento sabiendo ya que está estratégicamente ubicado, ni muy cerca de la pantalla ni muy lejos. Te sentás y comenzás a saborear los pochoclos mientras la gente empieza a ingresar. Está confirmado que será una función a sala llena y en 50 minutos ves que el sitio está prácticamente repleto. Bajan las luces y se inicia la proyección: primero las propagandas (masticás puñados más grandes de palomitas de maíz o pororó), luego los avances de los próximos estrenos (ya te bajaste medio balde), y finalmente la pantalla se pone en negro y apagan las luces (la ansiedad fluye por tus venas a la velocidad de un rayo y tu corazón palpita rápidamente). Suenan las primeras notas de la melodía inicial. Estás sentado en el borde de la butaca, queriéndote meter dentro de la pantalla. De repente ves una luz en el pasillo...es la linterna del acomodador que le alumbra el camino a un destartalado apurado que viene gritando "Permiso permiso" y se sienta juuuuuuusto delante tuyo, en el único lugar que quedaba vacío. Y el flaco mide un metro noventa y ocho, es de piernas cortas y talle largo, tiene cabeza grande y cabello abultado. Y vos te pasás toda la película meneando la cabeza de un lado al otro como un boxeador, tratando de encontrar un hueco por donde poder apreciar mejor la película. Te perdés todos los efectos 3D que chocan contra ese monolito humano que tenés delante tuyo y, sobre llovido mojado, te tenés que bancar que el chavón sea un inquieto getón que se la pasa debatiendo la película con el amigo sentado al lado (sí, ese maldito que le tenía reservando el lugar). Vos de atrás le pateás el asiento, pero el flaco no se da por aludido. Terminás no viendo la película, porque has decidido sumergir tu cabeza dentro del balde y ahogarte con los pochoclos que te quedan.

Maldito vicio de los altos de sentarse justo delante tuyo en una función de cine (o en el teatro, o en un recital, o en un congreso, o en la fiestita de fin de año del jardín de tu nene más chico), maldito vicio.

CONSEJO: Lleve consigo un set de almohadones inflables y utilícelos a demanda.

Maldito vicio de los porteros


Comienzan los días de primavera y después haber pagado el alquiler, las expensas, la boleta de la luz, el agua, el gas, internet 3 megas, el cable, ABL, el gimnasio, la tarjeta de crédito con la cuota 4 de 50 del nuevo tele, calculás lo que vas a gastar en el super, en las dos o tres salidas con las chicas, y en una escapada al cine a ver una de terror, y te das cuenta de que te sobran unos pesos y de que esas sandalitas blancas de tela divinas ultra top que hace casi un mes venís relojeando en la vidriera de la zapatería que está frente a la parada del cole que te tomás todos los días para ir a trabajar pueden ser tuyas. Y vas y te las comprás y regresás a tu casa feliz de la vida con estas sandalitas blancas.
Y esta mañana amaneció más lindo que nunca, despejado, con una temperatura agradable y una brisa suave que te llama a caminar con los deditos del pie al aire libre. Entonces te ponés un pantalón claro, liviano, de lino y arriba una blusa con flores blancas. ¿Y qué combina con la ropa que decidiste ponerte hoy? Pues nada más ni nada menos que las hermosas inmaculadas sandalias blancas. Y salís a las 7 de la mañana a trabajar, hecha un capullo de algodón en una pradera, chocha con tu nueva adquisición. Y como todas las mañanas saludás al encargado del edificio, que está abriendo la canilla para derrochar muuuuucha agua en regar la vereda, una vereda que a pesar de tanta agua, no crece y muy por lo contrario, cada día se rompe más. Y salís de tu edificio y el encargado del edificio de al lado ya empezó a regar la vereda. Cómo te ve venir, corre el chorrito y te deja pasar. Y hacés un par de metros más y el encargado del otro edificio mojó toda la vereda y ahora riega la calle. Y pensás "qué desperdicio de agua" y en tu mente los llamás "porteros" y no encargados, porque ya les vas perdiendo el respeto. Y mientras mirás con la vena hinchada cómo desperdician agua, pero sin coraje para decirles nada, pisás un baldosón suelto y salta agua para todos lados. Pero no agua como la que salió de la manguera. Noooooo...este agua tiene el aporte de smog, tierra, caca de perro, y cualquiera otra porquería varia que haya dado vueltas por el lugar. Su color es una mezcla entre negro petróleo diluído, marrón verdoso de cámara séptica y gris rata de cloaca. Y una lluvia de agua de ese color fluye del costado de la baldosa, como una explosión de bombucha en carnaval, y se adhiere a la parte trasera de tu pantalón de lino, manchandote toda la zona de la pantorrilla, se incrusta en la botamanga, se cuela entre tus dedos, y se esparce por tus nuevas sandalitas blancas de tela y yute!!!! Fuck!

Maldito vicio de los porteros de regar las veredas todas las mañanas, maldito vicio.

CONSEJO: Use pantalón oscuro y botas de goma; deje esa blancura para cuando tenga su propio auto, porque los fucking porteros van a seguir regando las veredas, por más que el mundo se muera de sed.

Maldito vicio de la arena


Venís caminando por la calle, de repente se levanta una tormenta de aquellas. Sopla el viento a toda velocidad y vos justo estás pasando frente a una obra en construcción. Vuelan pedazos de bolsas de Portland, cartones, una tabla, la media de un albañil y arena...y obvio, se te mete un granito en el ojo. Y vos justo te juntabas a charlar "temas serios" con tu novio (casi ex) y cuando te ve llegar con los ojos colorados e hinchados piensa que arrancaste de entrada con el melodrama y el llanto y él ya empieza la charla con cara de ojete, cerrado y obtuso porque ni ahí que te cree la verdad de tu historia.

Venís del dentista y andás con mucha sensibilidad dental. Encima te hiciste un tratamiento de conducto, te arreglaste una muela del fondo y te sacaron el sarro de la parte de atrás de los incisivos inferiores. Llegás a tu casa con mitad de la trucha caída por la anestesia, chorreando un poco de baba, dentro de la boca experimentás un dolor tan agudo y tal sensibilidad en los dientes que no te aguantás ni la entrada del aire por la boca. Te vas al baño a mirar en el espejo para chusmear cómo estás (al igual que cuando volvés de la peluquería, es imposible no ir al baño a mirarse) y cuando entrás jjjjjgggggghhhhiiiiiiiiiiiii...rechina un granito de arena que quedó trabado debajo de la puerta del baño y a vos ahora te duele como si una mula terca te hubiera pateado en el medio de la geta.

Tenés una fiesta de disfraces y decidiste ponerte unas botas acordonadas altas hasta la mitad del muslo. Tus amigos siempre te dijeron que tenías pinta de traba y hoy era el día de demostrarles que tenían razón. Tardaste 5 minutos para calzar la bota en el pie derecho, 10 para enhebrar el cordón por toooodos las agujeritos y 3 para agustarlo bien. Hiciste lo propio con la bota del pie izquierdo. Le pediste un corset a tu novia, una micro mini a tu hermana y te maquillaste como un verdadero profesional. Saliste del baño rumbo al espejo de tu dormitorio para admirar el resultado final y al segundo paso que das...oh! sentís una puta piedrita en la planta del pie. La querés correr hacia la punta de la bota, pero está tan agustada que no se mueve ni un milímetro de su lugar. Así que te sacás las botas apurado para no llegar tarde a la fiesta, empezás a transpirar debajo del corset ajustado. Como hacés todo a las corridas se te empieza a enredar el cordón por los tacos del calzado y las tachas de la mini, seguís transpirando más y se te empieza a correr el maquillaje y a alborotar la peluca de rulos. Finalmente lográs quitarte la bota, sacar el grano de arena y vuelta a empezar con el ritual de ponerse las botas. Conclusión, sos una mezcla de cabra loca, chivo y cebolla. Te fuiste de tu casa apurado y sin mirarte al espejo. Cuando llegás a la fiesta tus amigos te ven y dudan de que si en realidad no estás retornando de un arduo día de trabajo.

Primera cita con ese muchacho agradable del gimnasio. A vos hoy se te desprendió la corona de un molar justo antes de salir a cenar con él; gracias a Dios tenías "La Gotita" gel en tu casa y te reincertaste el diente como para que quede pasable y no se note que te faltan sillas en el comedor. Van a un restaurante muy fino y paquete donde sirven platos de mar. Vos te hacés la que conocés mucho de frutos de mar y te pedís unas otras de blebleblé gratinadas. Ponés cara de gatito sexy durante la charla y sonreís con la boca cerrada cosa de retener el diente. Cuando te traen la comida, tomás la primera ostra, chupás el contenido de la conchilla, le das una masticada al molusco y crack! le entraste el diente a una arenilla procedente de la concha...de la "concha de su hermana se me acaba de despegar el diente!" Y la corona se te va para la garganta y te obstruye la salida del aire. El chico justo te estaba diciendo un piropo y piensa que te pusiste colorada de pudor. Dos minutos más tarde cuando ya te vé violeta tirando a azulino, se da cuenta de tu situación y con valentía te aplica la maniobra de Heimlich. A la tercera compresión abdominal expulsás el diente que sale volando y cae en su copa de champagne. (Bueno...esto en realidad es lo que hubiera sucedido en una comedia hollywoodense, lo tuyo fue peor...porque te salió una escupida más cercana al babeo y la expulsión convulsiva de las materias contenidas en el estómago (más la corona, y no de reina precisamente) que se te chorreó por el escote, entre las tetas y el vestido...Super sexy! Y más sexy aún fue sacarte el diente de entre medio del corpiño.)


Maldito vicio de la arena de meterse en todos lados, maldito vicio.

CONSEJO: La verdad es que pienso y pienso, pero para esta situación no tengo consejo alguno. Ayúdenme y denme uno ustedes...lo único que se me ocurre es para la situación 1 utilizar antiparras los días de viento, pero la macana es que no queda bien con la ropa...sólo va bien con traje de baño y en un natatorio.

Maldito vicio de Claro

Eso de levantarte temprano para ir a laburar es un grano en el traste, pero hay que hacerlo,"qué se le vuá hacé". Y justo esta semana que estabas super agotado, aparece un milagroso 9 de julio a mitad de semana. ¡Que lindooooooo poder dormir hasta pasado el medio día!!! Te relamés al pensar que te vas a despertar tarde, lo más probable ayudado por un par de cervecitas que te vas a tomar la noche anterior, sin culpa y con muchas ganas, total al día después no laburás. Y esa noche te quedás echado en la cama hasta tarde mirando una peli en canal 21 mientras la comentás con tu amigo-compañero de laburo (que, obvio, mañana tampoco trabaja) via mensajito telefónico. Y allí estás bajo las sábanas, con una fuente enorme de pochoclos salados, comiendo como si mañana no hubiera más comida, e hidratándote con cerveza que primero te serviste en una jarrita y ahora le dás del pico no más. Y la peli está buena, pero te quedás dormido, rendido frente a la pantalla de TV (menos mal que te avivaste de activar la función "sleep"). Y dormís como un angelito (que en realidad no sé como duermen, pero deben de dormir muy bien...como las marmotas, que en realidad tampoco sé si duermen bien o mal) y tenés sueños hermosos toda la noche. Tres, cuatro, cinco de la mañana...seguís en sueñolandia...seis de la mañana, las sábanas nunca se sintieron tan bien; siete de la mañana, entra un riquísimo aroma a facturas recién horneadas a través de tu ventana y creés estar en el cielo, ocho de la mañana, tus mayores fantasías se están por hacer realidad en un escenario oníriiiiiing riiiinggg riiinggg..."Supercarga Claro. Promo día de la patria! Sólo por hoy duplicá tu carga a partir de $30 con todos los medios de pago..." ¡Claro y la p...que los parió! Y ya no podés volver a pegar un ojo, porque además el reloj interno te dice que es hora de trabajar.

Maldito vicio de la empresa Claro de mandarte esos putos mensajes de propaganda no deseada en el día y horario menos oportuno, maldito vicio.

CONSEJO: Si aún no se emborrachó, procure apagar su celular antes de dormirse, porque los de Claro jamás se van a ubicar.

Maldito vicio de sacarse los mocos mientras se espera el semáforo

Son las 8 de la mañana, pleno invierno, saliste de tu casa a las apuradas que ni tiempo tuviste de tomar una taza de café con leche bien calentito. Corrés para tomar el subte y te queda la garganta seca de tanto jadear como perro. La falta de estado físico y nada de azúcar en la sangre se convierten en una potencial bomba para el balero y el bobo, entonces pensás "¿no porbaste con un yogurt? si entra perfectamente en la cartera y lo podés ir tomando en el camino" Pero no, el café a la mañana es irremplazable. Seguís pensando boludeces mientras te subís al subte, viajas apretada, ahora cagada de calor con tanto abrigo y guante de lana. Te bajas del subte, volvés a la superficie...mierda que está frío! Y de repente se hace la luz...o más bien el aroma, porque tus narices comienzan a percibir el riquísimo olorcito de facturas recién horneadas. Mirás el reloj y pensás "Ma sí, llego unos minutos tarde". Cruzás la calle, te metés a la panadería y salís con dos facturas enormes, calentitas, con mucha crema pastelera, adentro de una bolsita de papel. Y no te aguantás hasta el trabajo, las querés comer ahora, que están en su mejor momento. Entonces abrís la bolsa, sacás una factura, te ensuciás un poco los dedos con la crema pastelera y justo cuando te disponés a darle el primer bocado mientras cruzás la calle, ves que el boludo que frenó su auto sobre la senda peatonal se está horneando mal, se está metiéndo el dedo hasta el fondo, rascándose prácticamente el cerebro. Y ves que saca su dedito lleno de mocos y se los lleva a la boca...y vos mirás tus dedos llenos de crema pastelera y te quedás con la boca abierta y la mandíbula trabada de asco hasta que llegás al trabajo. Tu compañero de laburo te mira y te dice "Uh! ¡Qué rico! ¡Facturas!" y vos "Tomá, son todas tuyas" y te vas a preparar un café a la cocina.


Maldito vicio de sacarse los mocos mientras se espera que el semáforo se ponga en verde, maldito vicio.

CONSEJO: Cruce la calle y mantenga la vista fija en el muñequito del cartel "Cruce". Si no hay semáforo peatonal, mire el cielo.

Maldito vicio de dejar la cubetera vacía en el congelador

Volvés de trabajar, recagadísima de sed y de calor. Sólo pensás en el vaso de soda con hielo que te vas a clavar cuando llegues a tu casa, o el Cinzanito helado que te vas a tomar mientras mirás televisión pegada al ventilador. Llegás, tirás el bolso en el sillón, te sacás los zapatos a duras penas por lo hinchados que están por "la calor", caminás en patas hasta la cocina para buscar un vaso, (¡aaahhhhh...qué fresquito y divino está el piso!), de allí a la heladera, abrís la puerta del congelador, sacás la cubetera y "¿quién habrá sido el culiado que sacó la cubetera, usó todos los hielos y luego la volvió a meter en el congelador, pero vacía?"

M
aldito vicio de dejar la cubetera vacía en el congelador, maldito vicio.

CONSEJO: Compre muuuuchas cubeteras o tenga un vecino lindo y piola que le de motivos para ir a pedirle unos hielitos. :-)

Maldito vicio de las calandrias

Es verano, el sol comienza a asomarse a las 5 am en Córdoba. En la araucaria al lado de mi casa hay un nido de calandrias, al lado de la araucaria, el pino del vecino. 5 am y la calandria vuela de la araucaria al pino, se posa en la última rama del pino, allá bien arriba, y emprende un vuelo vertical de 2 a 3 metros para luego dejarse caer sobre la rama. Y mientras hace este movimiento al mejor estilo Matrix unas 30 veces cada mañana, realiza un despliegue de toooooooodo su repertorio musical a viva voz...y yo anoche me acosté tarde porque trabajé, o salí de joda, o lo que sea...y este bicho que no le afloja al show de American Idol. 

Maldito vicio de las clandrias de cantar a viva voz cada mañana, maldito vicio.

CONSEJO:
Duerma una buena siesta.

Maldito vicio de las palomas

Maldito vicio que tienen las palomas de cagarte la baranda del balcón...pintado con pintura blanca y encima medio porosa. ¡Andá a sacar el lamparón lila que te dejaron!

Maldito vicio de las palomas de cagar en todos lados, maldito vicio.

CONSEJO:
Forre la baranda con film de cocina :-)

Maldito vicio de los taxistas

Venís por una calle de barrio, mirás para ambos lados y te decidís a cruzar. Justo cuando estás por dar el paso te frenás, no sé, algo adentro tuyo te dice que no cruces...y un puto taxi te hace el filito con el espejo retrovisor. ¿Cómo no lo viste? El desgraciado venía sin las luces encendidas y, como traía pasajeros, ni el cartelito de LIBRE pudiste ver. ¿Acaso creerán que la única luz que los peatones necesitan para ver a los vehículos es la de la calle? Estamos al horno, porque las calles no siempre están bien iluminadas.

Maldito vicio que tienen algunos taxistas de circular a la noche con las luces apagadas, maldito vicio.


CONSEJO: Preste atención al cruzar la calle, porque esto pasa seguido en cada esquina al caer el sol.