Maldito vicio de no largar el control remoto

Yo quería ver un programa sobre las estrellas y la creación del universo en el Discovery Channel. Quería sentarme tranqui, tomar una copita de vino tinto y comer unas Traviatas con queso cuartirolo y Leber Wurst. Así de simple. Pero cuando llegamos de trabajar, mi marido lo primero que hace es agarrar el control remoto (el comienzo de la novela titulada "Cómo te re cagué"), aplastar su trasero en el sillón y dedicarse a hacerle honor a la actividad de miro-nada-por-dos-minutos-me-aburro-cambio, comunmente conocida como zapping.
Y como ayer tuvimos una discución sobre lo rompe quinotos que soy cuando le pido algo y me pongo temática e insistente, decidí no pedirle más nada, pero sí encontrar la manera de conseguir lo que persigo. (Para los que se quedaron con la imagen de que soy una hincha bolas, paso a hacer una pequeña analogía...a ver si así me entienden un poco y sienten empatía en este asunto del control remoto: mis pedidos a mi concubino son una causa perdida puesto que pido como los empleados de empresas privadas pueden pedir aumento salarial, que por más sindicato que apriete, el jefe no afloja, no se puede negociar y ni jota de aumento.)
Y frente a esta situación del control remoto, si le pedía que la cortara con el asuntito de cambiar de canal en canal y se anclara de una buena vez en el Dicovery Channel, se iba a armar la Guerra Mundial III y la verdad, hoy no andaba con ganas de aguantarlo peleando. Entonces decidí hacer algo que lo obligara a abandonar su aposento, levantar el traste y liberar ese maldito aparatito. Fue así que procedí a implementar las siguientes estrategias con los consecuentes resultados:

Mi estrategia N°1: "Gordooooo, ¡qué lindo sería si comiéramos esas papitas al horno que tan ricas te salen!" (Léase: levantá el culo y vení a cocinar mientras yo miro tele.)
Su respuesta: "No hay más papas. Pedimos delivery, hermosa." (No vino a cocinar...me re cagó.)

Mi estrategia N°2: "Gordiiiiis, me parece que arriba en nuestra habitación suena tu celu."
Su respuesta: "No amor, lo tengo acá en el bolsillo de la camisa." (Me re cagó II.)

Mi estrategia N°3: Despierto al perro que está durmiendo en el lavadero y lo agito un rato. Carga pilas y encara para la puerta, porque sabe que se viene el paseo por la plaza. Y yo sé que pasear el can es una actividad masculina en este hogar.
Su respuesta: Se levanta del sillón aunque sin largar el control, abre la puerta del patio de atrás y larga el perro. "Con eso es suficiente por hoy" dice. Me mira cómplice y agrega: "Total no se va a morir si un día no sale a caminar por el barrio." (Ya está en cartelera la tercera parte de "Me re cagó.")

Mi estrategia N°4: Me pongo a preparar licuado de banana con hielo y "sin querer" dejo la cucharita de metal en el vaso batidor. Ruido, ruido, ruido y finalmente se descuajeringa la batidora. Sé que además de chusma y crítico, es un "fixer" o "arreglatuti"que no puede con su genio; roto ve, roto arregla (menos cuando se trata de arreglar ropa, medias o calzoncillos agujereados). Yo me preparé como niño que espera a su madre a la salida del jardín y esperé que él viniera a salvar mi batidora mientras yo me daba a la fuga con el poder remoto.
Su respuesta: "Negri, ¿se rompió? Si es así ni te calientes. Pedile a tu hermano más tarde o mañana o pasado yo le pego una miradita; hoy la verdad es que estoy molido cerebralmente." Y sigue rascándose sus partes nobles. (¡Qué vago hdp!)

Mi estrategia N°5: Caliento cera y me pongo a depilar frente a él...los bigotes, con la idea de que el paisaje lo atormente y se vaya a dar una vuelta en auto o a tomar cerveza con amigos, no me importa...que vaya donde sea pero lo importante es que se vaya.
Su respuesta: "Me parece que te quedaron unos pelos del lado derecho." (No puedo escribir aquí los insultos que atravesaron mi mente.)

Mi estrategia N°6: "Amor, ¿te gusta mi nuevo conjunto de ropa interior?" Se lo desfilo puesto y, modestia aparte, mis tetas y culo son envidiables. Tengo la esperanza de que el simio dentro de él tome posesión de su cuerpo y éste arroje el control remoto muy lejos para así tener los puños libres para poder golpearse el pecho.
Su respuesta: "¡Uuuuh, mamita! ¡Esta noche te parto!" y sigue haciendo zapping. El simio ha sido vencido por el homo sapiens que entiende de temporalidad, mientras yo grito para mis adentros "¡Noooo, sangre de iguana, nooooo! ¡Ahora agarrame, ahoooooraaaaa así largás el cotrol!"

Y me harto...me harto mal. Me desquicio y me salta la térmica. Nada fuinciona con este tipo. Todo este treje y maneje me agota las energías.

Saltar la térmica...
Agotar las energías...

¡Eso! Y como quién no quiere la cosa me fui al living, derechito hacia donde se encuentra el tablero eléctrico, y le dí sin vacilar a la tecla del disyuntor...Fue así que sin planearlo nació la estrategia N°7: "¡Ooooh! ¡Mi cielo, cortaron la luz! Menos mal que aún no es de noche, voy a lo del vecino a ver si ellos tienen el mismo problema."

Él me mira, mira la pantalla del televisor ahora inanimada y de color negro, mira el control remoto, me vuelve a mirar, deja el control sobre el sillón y me dice: "Bueeeeeno...vamos a  tener un poco de sexo."

Y te juro que intenté evadirlo y agarrar el control remoto, pero cuando me estaba reclinando hacia el sillón para apoderarme de él con la misma avaricia con la que Gollum iba tras su precioso tesoro, ÉL se interpuso en mi camino. Y qué se le va a hacer, hay otros aparatos más poderosos que el control remoto.

No ví el Dicovery Chanel, pero te juro que ví las estrellas. Porque este otro se estupidiza frente a la tele, pero cuando lo sacás de la caja boba y lo ponés a laburar, cómo labura!!!!

¿Puedo considerarme victoriosa si logré que mi marido al fin soltara el control remoto sin que yo se lo pidiera? Naaaaah....puro premio consuelo.


Maldito vicio de más de uno de echarse en el sillón (o la silla, o la cama, o un puff) y no largar el control remoto, maldito vicio.

CONSEJO: Peluda, sucia, transpirada y de equipo flojo de gimnasia, salte directamente a la estrategia N°7 y proceda a quitarle el control remoto desde atrás o en su defecto desde su costado si es que éste tiene un trasero encantador.

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