Maldito vicio de los porteros


Comienzan los días de primavera y después haber pagado el alquiler, las expensas, la boleta de la luz, el agua, el gas, internet 3 megas, el cable, ABL, el gimnasio, la tarjeta de crédito con la cuota 4 de 50 del nuevo tele, calculás lo que vas a gastar en el super, en las dos o tres salidas con las chicas, y en una escapada al cine a ver una de terror, y te das cuenta de que te sobran unos pesos y de que esas sandalitas blancas de tela divinas ultra top que hace casi un mes venís relojeando en la vidriera de la zapatería que está frente a la parada del cole que te tomás todos los días para ir a trabajar pueden ser tuyas. Y vas y te las comprás y regresás a tu casa feliz de la vida con estas sandalitas blancas.
Y esta mañana amaneció más lindo que nunca, despejado, con una temperatura agradable y una brisa suave que te llama a caminar con los deditos del pie al aire libre. Entonces te ponés un pantalón claro, liviano, de lino y arriba una blusa con flores blancas. ¿Y qué combina con la ropa que decidiste ponerte hoy? Pues nada más ni nada menos que las hermosas inmaculadas sandalias blancas. Y salís a las 7 de la mañana a trabajar, hecha un capullo de algodón en una pradera, chocha con tu nueva adquisición. Y como todas las mañanas saludás al encargado del edificio, que está abriendo la canilla para derrochar muuuuucha agua en regar la vereda, una vereda que a pesar de tanta agua, no crece y muy por lo contrario, cada día se rompe más. Y salís de tu edificio y el encargado del edificio de al lado ya empezó a regar la vereda. Cómo te ve venir, corre el chorrito y te deja pasar. Y hacés un par de metros más y el encargado del otro edificio mojó toda la vereda y ahora riega la calle. Y pensás "qué desperdicio de agua" y en tu mente los llamás "porteros" y no encargados, porque ya les vas perdiendo el respeto. Y mientras mirás con la vena hinchada cómo desperdician agua, pero sin coraje para decirles nada, pisás un baldosón suelto y salta agua para todos lados. Pero no agua como la que salió de la manguera. Noooooo...este agua tiene el aporte de smog, tierra, caca de perro, y cualquiera otra porquería varia que haya dado vueltas por el lugar. Su color es una mezcla entre negro petróleo diluído, marrón verdoso de cámara séptica y gris rata de cloaca. Y una lluvia de agua de ese color fluye del costado de la baldosa, como una explosión de bombucha en carnaval, y se adhiere a la parte trasera de tu pantalón de lino, manchandote toda la zona de la pantorrilla, se incrusta en la botamanga, se cuela entre tus dedos, y se esparce por tus nuevas sandalitas blancas de tela y yute!!!! Fuck!

Maldito vicio de los porteros de regar las veredas todas las mañanas, maldito vicio.

CONSEJO: Use pantalón oscuro y botas de goma; deje esa blancura para cuando tenga su propio auto, porque los fucking porteros van a seguir regando las veredas, por más que el mundo se muera de sed.

2 comentarios:

  1. Buenisimo! ya te veo como columnista humoristica de Clarin... o La voz! jajaja un abrazo! Mariela

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  2. Tambien aconsejaría que se tenga muy en cuenta el zapato que se usa, ya que los de suela muy lisa, cuando se conjugan con la vereda mojada por un portero, dan como resultado, una caida de traste!

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